Testigos de la verdad
2020-12-21
"El testigo verdadero te salva la vida; el testigo falso te difama" (Proverbios 14:25).
<p>Reyna vivía en un pintoresco pueblo rodeado de una esplendorosa vegetación. Desde pequeña asistía fielmente a la iglesia cada sábado acompañada de sus padres. Cuando llegó a la adolescencia, se convirtió en una simpática señorita a quien le gustaba ir al templo con sus mejores atuendos. Cada sábado por la mañana caminaba luciendo un rostro sonriente con su Biblia bajo el brazo por las calles del poblado. Sin embargo, como mchos jóvenes, se sentía un tanto triste porque nunca había compartido fe con ninguno de sus amigos. No era muy buena dando estudios bíblicos ni tampoco sabía predicar. Más bien, era una chica tímida y de pocas palabras. Pero deseaba fervientemente dar a conocer a Jesús a su comunidad.</p>
<p>Lo que esta joven no sabía es que, cada sábado, una mujer del pueblo se asomaba por la ventana para observarla mientras iba a la iglesia. Le llamaba mucho la atención la notable diferencia entre esta muchacha y las otras jóvenes del pueblo. Su vestimenta, su arreglo personal, su rostro lleno de vida, impresionaban a la señora Ruiz. "¿Quién será esta joven? ¿Adónde se dirige tan bien arreglada? ¿Qué libro es ese que lleva bajo el brazo?", se preguntaba la mujer.</p>
<p>Un día, mientras la joven se dirigía al templo, la señora decidió salir de sus dudas y la siguió. Observó que Reyna entraba a una iglesia, así que ella también lo hizo. En la entrada, los diáconos le dieron la bienvenida y la invitaron a una serie de conferencia bíblicas que se iniciaban justo esa noche. La señora Ruiz asistió cada noche y después recibió la visita del pastor. Al poco tiempo fue bautizada. Esta mujer se convirtió en una persona muy misionera y condujo a mucha gente a Jesús. Sin embargo, Reyna no se enteró de la forma en la que la señora Ruiz había conocido al Señor.</p>
<p>¿Te das cuenta? Sin saberlo, Reyna ha ganado almas para Cristo, tan solo a través de su buen testimonio hacia los demás. ¡Tú también puedes compartir el evangelio a través de tu vida cotidiana! Sí, son tus háitos en el hablar, el comer, el vestir, así como la manera en la que usas tu tiempo libre, lo que revela lo que hay dentro de tu corazón. Tus amigos notarán lo diferente que eres y así el Espíritu Santo podrá realizar una óptima labor en sus corazones.</p>
<p>Esta mañana pídele al Señor que te permita ser un canal de su amor para compartir el evangelio a través de tu vida.</p>