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El poder de la palabra

2020-12-20

"Te he dado a conocer palabras de verdad, para que las lleves a quienes te enviaron" (Proverbios 22:21).

<p>El profeta Elías vivió en uno de los momentos más dramáticos para el pueblo de Israel en cuestiones espirituales. La apostasía se expresaba de diversas formas; por si fuera poco, la reina Jezabel promovía abiertamente la infidelidad al Señor y financiaba a una buena cantidad de hechiceros de Baal, además de perseguir a los profetas del Dios de Israel.</p>

<p>Un buen día, Dios pidió a Elías que anunciara una sequía en el territorio de Israel. Durante tres años y medio no hubo lluvia en la región. Por este motivo, el rey Acab culpó a Elías de perturbar la paz de la población. Para defenderse, el profeta desafió a los profetas de Baal y sus seguidores para que el verdadero Dios se diera a conocer en el monte Carmelo. Ellos aceptaron y, junto con una gran multitud, se reunieron para celebrar un sacrificio a Baal. Ahí estaba el pueblo expectante, mirando cómo los ochocientos cincuenta profetas de Baal saltaban, danzaban y laceraban sus cuerpos para obtener una respuesta de su dios. Sin embargo, todo fue en vano.</p>

<p>Después llegó el turno de Elías. Él no necesitó de espectáculos estrambóticos para comunicarse con Dios. No se desgastó la garganta con gritos ni acciones grotescas. No, el Dios del cielo no requiere de sensacionalismo para mostrar su poder. Lo único que necesitó el profeta para acceder a los almacenes de las bendiciones del cielo fue postrarse de rodillas e invocar el nombre del Padre celestial. Sabía que esa es la posición que le da poder a un ser humano, por humilde que sea; sabía que esa postura hace temblar al diablo y ahuyenta a los demonios. Así fue como le suplicó al Señor que mostrara su poder en ese momento, ante aquella multitud de hebreos apóstatas, y ante los falsos profetas que habían llegado a dominar las conciencias de la gente. Y el Señor respondió para mostrar su presencia: hizo descender fuego del cielo y consumió el sacrificio que el profeta había preparado.</p>

<p>Esta mañana te invito a rogar al Señor que muestre su poder en el sitio donde estás, ya sea en tu casa, en tu escuela, en tu vecindario, en tu lugar de trabajo. Pero también pídele a Dios como lo hizo Elías: que tú eres su siervo y que te conduces en obediencia a su Palabra.</p>