Él es el único que puede ayudarte
2020-12-03
"El nombre del Señor es una fortaleza a la que el justo acude en busca de ayuda" (Proverbios 18:10).
<p>El rey Asa se había mantenido fiel a Dios y había exhortado al pueblo de Judá a serlo. A pesar de haber tenido terribles ejemplos de apostasía en su abuelo y su padre, este joven decidió entregar su vida al Señor. Pero un día, se enteró de que un ejército de un millón de cusitas venía a enfrentarse con él. ¡Un millón de soldados! ¿Qué podía hacer? Se trataba de una milicia que lo superaba ampliamente. Todas las miradas de sus cortesanos estaban fijas en él, esperando indicaciones. ¿Una alianza con los egipcios? ¿Enviar mensajeros al poderoso ejército asirio? ¿Qué hacer?</p>
<p>Asa tomó la decisión de arrodillarse y colocar su problema en las manos del poderoso Dios. Sabía que humanamente no tenía forma de derrotar a sus enemigos, así que suplicó la ayuda del cielo, reconociendo la soberanía divina en este mundo (2 Crónicas 14:11). La Biblia dice que cuando Asa terminó de orar, Dios mismo se encargó de derrotar a los cusitas.</p>
<p>Más de una vez he tenido dificultades que me han colocado en un callejón sin salida. A veces me he preguntado por qué Dios permite que enfrentemos este tipo de situaciones. ¿Acaso no sería mejor vivir sin ellas? Lo cierto es que los desafíos nos obligan a orar y reconocer que Dios es el único que puede ayudarnos. Y eso es sumamente saludable. Es entonces cuando identificamos nuestras grandes limitaciones y su infinito poder.</p>
<p>Reconocer el poder de Dios es especialmente importante para quienes saborean las mieles del éxito. Asa, por ejemplo, era el rey de Israel, un hombre acostumbrado a los reconocimientos y atenciones desmedidas de sus cortesanos. Un estilo de vida de esa naturaleza facilita que alguno se olvide de Dios y se llene de arrogancia. Algo similar sucede en otros ámbitos, ya se trate de la vida estudiantil, profesional o laboral, cuando te va muy bien, uno tiende a creer que no necesita tanto del Padre celestial. Por eso, amanecer con un millón de soldados frente a la puerta de tu casa dispuestos a aniquilarte no es necesariamente tan malo.</p>
<p>¿Tienes un problema de grandes dimensiones frente a ti? ¿No sabes qué hacer? Te invito a seguir el ejemplo de Asa. Dobla tus rodillas y reconoce su señorio en este mundo. Dile que es el único que puede ayudarte. Él te responderá.</p>