return

El coste de las imprudencias

2020-11-14

"El sabio teme a Dios y se aparta del mal, pero el necio se muestra temerario y engreído" (Proverbios 14:16).

<p>La princesa Margarita de Angulema (1492-1549) fue simpatizante de la causa de la Reforma en Francia. Su amor por el evangelio la llevó a proteger valientemente a quienes profesaban las verdades bíblicas. No conforme con eso, decidió que había llegado el momento de que las ideas de la Reforma se predicaran en París. Durante una ausencia del rey, Francisco I (1494-1547), ordenó que un ministro protestante predicase en los templos de la ciudad y, al encontrar fuerte oposición entre los dignatarios del papa, resolvió abrir las puertas del palacio para llevar a cabo su obra. Los salones reales se convirtieron en capillas y se anunció que se predicaría la Palabra de Dios a determinadas horas, invitando a todo tipo de personas, sin distinción de clase. Multitudes se agolparon en el palacio para escuchar poderosos sermones basados en la Biblia.</p>

<p>Cuando el rey se enteró de lo que estaba sucediendo, lejos de prohibirlo, designó dos iglesias de la ciudad para que este tipo de cultos continuara. El clero reaccionó airadamente ante lo que estaba pasando y recriminó en vano al monarca su actitud. Pero Francisco I se mantuvo en su posición y durante dos años se predicó el evangelio en París.</p>

<p>Pero en 1534, en su deseo de que las ideas de la Reforma se propagaran como en Alemania y Suiza, los reformadores franceses fijaron carteles por toda Francia en una misma noche donde atacaban la misa. Sin embargo, las consecuencias fueron devastadoras para la causa de la Reforma. Fue justo el pretexto que necesitaban sus enemigos para acusarlos de herejes y perturbadores peligrosos para la estabilidad de la corona y la paz social. Incluso alguien se atrevió a fijar uno de los carteles en la puerta del dormitorio del propio monarca, quien se horrorizó ante semejante osadía y reaccionó con enorme indignación. Ahí se acabó el apoyó a los reformadores. El rey ordenó medidas draconianas en contra de cualquier persona sospechosa de seguir las ideas de Martín Lutero. Hubo todo tipo de abusos y se erigieron cadalsos donde ardieron un buen número de mártires (El conflicto de los siglos, pp. 237-240).</p>

<p>Dicen por ahí que el camino al infierno está lleno de buenas intenciones. Lo cierto es que hay que aprender a ser prudentes y a no actuar de manera desafiante, en especial con aquellos que tienen autoridad. Una imprudencia puede hacer que las cosas cambien en un abrir y cerrar de ojos, acabando de un plumazo con las ventajas que teníamos y colocándonos bajo terribles escenarios.</p>

<p>Pide hoy al Señor que te ayude a ser prudente con quienes tienen autoridad sobre ti.</p>