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Un muchacho bullicioso

2020-09-20

"Necedad y juventud caminan unidas, un castigo a tiempo logrará separarlas" (Proverbios 22:15, BLP).

<p>El 21 de octubre de 1556 Carlos V pernoctó en Cabezón (España) en su trayecto al monasterio de Yuste, donde moriría años más tarde. Afectado por algunas enfermedades, el ahora emperador en retiro deseaba paz y tranquilidad. Se entrevistó con su nieto, Carlos de Austria, hijo de Felipe II, a quien relató algunas de sus hazañas en los campos de batalla. El chico lo escuchaba atento, pero inquieto, lo cual desesperó al viejo monarca. Incluso, el impertinente jovenzuelo se atrevió a burlarse de su abuelo asegurando que "él jamás se habría fugado", aludiendo a la manera en la que Carlos V había escapado de Innsbruck ante la amenaza de Mauricio de Sajonia. La notable falta de respeto del muchachito causó una mala impresión al abuelo, quien observó al nieto con mayor detenimiento. Posteriormente, comentó a su hermana Leonor que lamentaba encontrar al chibo demasiado bullicioso. Y con tono profético, le dijo: "Su trato y humor me gustan muy poco, y no sé lo que podrá dar de sí con el tiempo".</p>

<p>El viejo emperador no estaba equivocado. Carlos de Austria se dio a conocer por su temprana crueldad: gustaba de asar liebres vivas y alguna vez cegó caballos en el establo; además, a los once años hizo azotar a una muchacha para su sádica diversión, exceso por el que hubo de pagar compensaciones al padre de la chica. El príncipe no respetaba ni a su progenitor, el rey de España, a quien comparaba con la figura de su abuelo. Además, conspiró contra su propio padre y se dice que hizo planes para asesinarlo. Felipe II tuvo que mandarlo encerrar en sus aposentos. El virulento príncipe murió a los veintitrés años de edad.</p>

<p>Un niño maleducado es un verdadero dolor de cabeza para una familia. Pero la situación se puede tomar en dramática conforme pasan los años. ¿Dónde terminará un niño terco, desobediente, indisciplinado y grosero? Su futuro no será nada halagüeño. Es posible que de pequeño sus insolencias causen hilaridad a sus familiares, pero más adelante se cosechará la triste semilla que se ha sembrado. La indisciplina ni siquiera respeta los hogares de las familias reales.</p>

<p>No todos recibimos una educación óptima en casa. Es posible que nuestros padres no nos hayan corregido cuando debían. Pero Dios también puede enderezar aquello que no está bien. La corrección es parte del desarrollo personal.</p>

<p>Pide al Señor que te ayude a corregir tus defectos de carácter y a ser una mejor persona.</p>