La mejor arma
2020-09-12
"Los hombres rectos se apartan del mal camino; quien cuida sus pasos, cuida su vida" (Proverbios 16:17).
<p>Merl Allen Martin nació en Mobile (Alabama, EE.UU.) el 7 de febrero de 1895 en el seno de un hogar cristiano. Debido a una devastadora epidemia de viruela que azotó la región en 1897, la familia se mudó a California. Ahí, el pequeño Merl adquirió un gran apego hacia el campo y la naturaleza. También conoció personalmente a Elena de White cuando ella volvió de Australia. Cuando la situación política comenzó a enturbiarse, en 1914 preguntó a los líderes de la iglesia sobre la cuestión de ir a la guerra. Le respondieron que podía colaborar en el ejército de los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial (de 1917 a 1918). Ver tanta muerte y dolor en los campos de batalla dejó una profunda huella en su corazón. A partir de ese momento decidió que iba a proveer a cientos de niños y jóvenes con la mejor arma: la educación.</p>
<p>A su regreso a los Estados Unidos, Merl se entregó de lleno al trabajo como agricultor y ganadero. Además, tuvo una fábrica de leche y quesos. Dios prosperó abundantemente su trabajo. En aquellos años, donó $50,000 (dólares estadounidenses) para la construcción de edificios de la Universidad de Loma Linda (California, EE.EE.). En 1951 se ofreció como voluntario para hacerse cargo de la finca del instituto adventista de San Pascual, en Escondido (California, EE.UU.), donde también entregó generosos donativos. Años más tarde, financió la construcción de los primeros dormitorios del entonces Colegio del Pacífico (¨Navojoa, México) y seis casas para maestros. Además, durante una temporada estuvo llevando médicos y medicamentos a esa región en su propia avioneta. En 1962 inició los trámites para construir un colegio adventista de financiación propia en Tesopaco (Sonora, México). El Colegio Juárez abrió en 1964. Merl financió la institución cerca de doce años para que muchos jóvenes de escasos recursos pudieran estudiar. Murió el 14 de febrero de 1982.</p>
<p>Detrás de una escuela hay historias silenciosas de gente comprometida con la juventud. La educación siempre será el mejor camino para consolidar la estabilidad de un país. Los libros tienen mucho más poder que los fusiles, los gritos y las palabras altisonantes. De la misma manera, la educación es uno de los grandes tesoros que tiene la iglesia. Por eso, las escuelas son agentes de cambio, espacios de desafío, refugios para canalizar la ilusión de quienes desean ser mejores.</p>
<p>Pide hoy al Señor que te ayude a aprovechar tu paso por la escuela y que te dé un corazón generoso.</p>