No destruyas los mandatos divinos
2020-09-07
"No traspases los linderos de antaño que tus antepasados establecieron" (Proverbios 22:28).
<p>Uno de los momentos más incómodos de mi infancia ocurría durante las tardes del sábado. Prácticamente no podía hacer nada, salvo quedarme como una estatua. Según mi querido abuela -una adventista de pura cepa-, ese día todo estaba prohibido: no podía jugar con mis juguetes, ver televisión, correr, usar mi bicicleta o leer algo que no fuera de la Biblia. Y es que en La Paz (México) el calor vespertino es particularmente agobiante, sobre todo durante el verano, donde las temperaturas alcanzan los 45 °C. Así que los sábados por la tarde yo parecía un león enjaulado, dando vueltas por todas partes, sin saber qué hacer.</p>
<p>En momentos como ese, le pregunté varias veces a mi abuela cuál era la razón por la que yo no podía participar de ciertas actividades los sábados. Entonces, me miraba con los ojos llameantes y el rostro cejijunto, diciéndome "¡Porque Dios así lo dice!" Yo asentía con mi cabeza mientras la miraba amedrentado. Y mientras fui un niño, esa respuesta fue suficiente para no insistir en el tema.</p>
<p>Pero cuando llegó la adolescencia, esa pregunta empezó a taladrar mi cabeza. Pasé varias tardes de sábado pensando qué ganaba Dios con que yo permaneciera como una estatua. ¿Qué propósito tenía ese mandato? La verdad es que yo no le encontraba ningún sentido. Tenía que haber algo detrás de eso. Los años pasaron y, después de varias lecturas sobre el tema, un día entendí finalmente uno de los propósitos de la orden divina: "No hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni el extranjero que está dentro de tus puertas" (Éxodo 20:10, RVR1995). ¡Claro! El sábado era un elemento pedagógico para ilustrar la salvación por la fe en el futuro Mesías, ya que, para ser salvo, no se puede hacer "obra alguna". Cada sábado, los hebreos aprendían de primera mano la gran verdad de la justificación por la fe, es decir, que la única manera de obtener la salvación es aceptando el bendito don del cielo: "¡Mirad a mí y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay otro!" (Isaías 45:22, RVR1995). Desde ese momento, el sábado tomó un significado muy especial para mí.</p>
<p>Creo que antes de atacar y derribar el legado de nuestros ancestros es muy importante entender su significado. A veces, el tiempo parece borrar el sentido de algunas prácticas espirituales. De modo que la solución no es destruir, modificar o desplazar los mandatos bíblicos, sino encontrar su significado para este tiempo.</p>