La lengua contenciosa
2020-07-31
"Al hombre le adorna alejarse de pleitos, pero los insensatos se enredan en ellos" (Proverbios 20:3).
<p>Francisco era un joven que constantemente se metía en problemas. Le resultaba muy difícil controlar su lengua y cedía con facilidad a la tentación de insultar, ofender y desafiar a los demás. Lo curioso es que, para él, su bravuconería era señal de distinción y temeridad. En varias ocasiones, las palabras ofensivas pasaron a los golpes. Pero un día la situación llego a tal punto que sus comentarios imprudentes iniciaron un terrible conflicto que obligó al chico a irse de la ciudad donde vivía por miedo a que algo peor le sucediera.</p>
<p>Utilizar la lengua para pelear representa uno de sus usos más desafortunados. En realidad, es una vía que, a la larga, da muy pocos resultados, produce mayores conflictos, nos aleja de gente valiosa y nos impide ejercer una buena influencia sobre las personas. ¿Por qué optar por la contienda como uno de los principales medios para enfrentar los problemas? Muchos belicosos crecieron en hogares donde la discusión era el pan de cada día. Para ellos, pelear, discutir y mantener altercados es algo normal. Incluso puede llegar a ser una forma de mostrar interés y aprecio. Pero dicha actitud terminará por destruir a las personas que nos rodean. También hay quienes pelean porque así intentan reforzar su autoestima. Creen que de esa manera ganarán el respeto de ser semejantes. Pero la contienda conduce a insensibilizar y endurecer el corazón humano, lo que impide disfrutar los espacios de felicidad que el Señor nos ha dado en este mundo.</p>
<p>Uno de los grandes retos para los hijos de Dios es aprender a discrepar sin ser desagradables. Es necesario saber convivir con quienes piensan diferente. Podemos estar en las antípodas en algún punto de vista, pero no por eso hemos de ceder a la tentación de iniciar un pleito y descalificar a otros solo porque no están de acuerdo con nosotros.</p>
<p>¿Tienes problemas para controlar tu lengua? ¿Inicias pleitos con facilidad? ¿Eres proclive a la discusión y la contienda? ¡Cuidado! Es momento de parar y cambiar de rumbo. Desconéctate un tiempo y disfruta del silencio, de la lectura de la Biblia, de un buen descanso y de las buenas noticias que suceden cada día entre los que te rodean. Decídete a no hablar mal de los demás. Trata de ser amigable.</p>
<p>Pide hoy al Señor que te ayude a tener paz en tu corazón y a no tener una lengua contenciosa.</p>