Una falsa elocuencia
2020-07-27
"No le queda al necio la grandilocuencia, y menos aún al príncipe el hablar con mentira" (Proverbios 17:7).
<p>Johannes Tetzel (1465-1519) demostró una enorme habilidad para hablar desde jovencito. En 1487 estudió en Leipzig (Alemania) el bachillerato, donde ingresó en la orden de los dominicos. Durante un tiempo ejerció como prior en Glogovia (Polonia); en 1509 sirvió como inquisidor en Polonia y, posteriormente, en la provincia de la Orden (Sajonia). Su incursión en la venta de indulgencias se inició a partir de 1504, ya que participó en numerosas campañas donde convencía a la gente de "comprar" el perdón de Dios emitido en un documento firmado por una autoridad eclesiástica. A partir de 1516, fue subcomisario de Giovannangelio Arcimboldi para la venta de indulgencias en beneficio de la basílica de San Pedro. El éxito que tenía lo hizo muy popular entre los clérigos y el pueblo.</p>
<p>Pero su momento glorioso llegó en 1517, cuando fue nombrado subcomisario general de Alberto de Branderburgo para la venta de indulgencias en los territorios de Magdeburgo y Halberstadt. Su modo estridente, espectacular y vociferante de predicar las indulgencias, que no variaba mucho de la forma en la que otros lo hacían, levantó las críticas de diversos sectores. Lo cierto es que se presentaba como todo un mesías ofreciendo la salvación de los pecados a cambio de la adquisición de una indulgencia. La gente se apiñaba para conseguir el pretendido certificado. El negocio resultó un éxito rotundo. Sin embargo, estas acciones indignaron a Martín Lutero, quien publicó un documento (sus 95 tesis) donde preguntaba al papa que, si tenía poder para perdonar los pecados del pueblo, por qué no lo hacóa por amor en vez de por dinero.</p>
<p>La venta de indulgencias se vino abajo. Tetzel se llenó de furia y trató de responder inútilmente a Lutero, sin embargo, su nombre sufrió un enorme desprestigio. Su brillante oratoria ya no convencía a nadie. Posteriormente, fue acusado de malversación de fondos e inmoralidad, pero fue absuelto. Enfermó al poco tiempo y murió el 11 de agosto de 1519.</p>
<p>No basta con saber hablar y expresarse con elocuencia. Un buen orador que se vuelve un canal de la mentira y falsedad no puede esperar un final feliz. Una lengua que se usa para engañar, abusar y embaucar a los demás se encontrará un día con un emisario de la verdad que marcará un alto a sus acciones y mostrará sus lamentables intenciones.</p>
<p>Pide hoy al Señor que te ayude a ser un mensajero de la verdad en este mundo.</p>