Sé amable al hablar

"Los labios del justo dicen palabras gratas; la boca de los impíos arroja perversidades" (Proverbios 10:32).

<p>Recuerdo una ocasión en que le compré unas gafas de juguete a mi hija. Al poco tiempo de comprárselas, uno de los tornillos se aflojó y se desprendió una varilla. Mi niña me suplicó que llevara a reparar las gafas y, por más que le expliqué que se trataba de un juguete, no logré convencerla. Así que me dirigi a una óptica. Al llegar, la empleada estaba ocupada en el teléfono y tamborileaba con sus dedos sobre la mesa sin percatarse de mi presencia. Así que tuve que hacer algunos movimientos para que se diera cuenta que estaba allí. Colgó el teléfono enfadada y caminó hacia mí con desgana.</p>

<p>-¿Qué se le ofrece? -me preguntó.</p>

<p>-Mre, traigo estas gafas de juguete y quiero saber si puede repararlas.</p>

<p>La empleada no salía de su asombro. Con su mirada casi me fulminaba. ¿Cómo me había atrevido yo a levantarla de su asiento por unas insignificantes gafas de juguete! Torció la boca, y me dijo:</p>

<p>-Eso me va a llevar tres días porque tengo que mandarlo al laboratorio!</p>

<p>Ante semejante reacción, me despedí cortésmente. De ahí, caminé una o dos calles y me encontré con otra óptica. Me daba vergüenza preguntar si me podían ayudar, dado que las gafas eran de juguete, pero decidí entrar. De inmediato, el óptico me dijo:</p>

<p>-¡Bienvenido, señor! ¿En qué le podemos ayudar?</p>

<p>-Mire, traigo estas gafas de juguete averiadas -le respondí con cierto temor.</p>

<p>-Ah, no se preocupe. Enseguida lo arreglamos.</p>

<p>El hombre entró en un pequeño taller ubicado en la parte interior del negocio y regresó al poco tiempo limpiando las gafas con un paño.</p>

<p>-Ya están listas, señor. Por favor, dígale a la niña que no abra las varillas a cada rato, es mejor que permanezcan abiertas -dijo el empleado.</p>

<p>-¡Muchas gracias, señor! ¿Cuánto le debo? -le contesté.</p>

<p>-No es nada, señor. Tengo muchos tornillos de estos en mi taller. Vuelva cuando guste -me dijo sonriendo.</p>

<p>Cuando me di cuenta de que no iba a cobrarme, vi una montura que estaba colocada en la vitrina que me llamó la atención. Así que le pregunté cuánto valian las gafas y decidí llevármelas. Antes de irme le dije: "Yo no venía a comprar unas gafas, señor. Pero trata usted tan bien a sus clientes que es inevitable adquirir el servicio. Lo felicito".</p>

<p>El buen trato abre puertas y es indispensable en los negocios. La gente espera que la trates bien. Si lo haces, te pagará lo que le pidas, sin importar el precio. No lo olvides.</p>