El precio de la simulación
2020-06-09
"El que guiña el ojo acarrea tristeza; el necio de labios será castigado" (Proverbios 10:10).
<p>Marcos era un chico al que le gustaba ver películas obscenas y llenarse la cabeza de este tipo de imágenes. Un día realizó una serie de llamadas telefónicas a ciertos números eróticos, donde algunas mujeres hablaban de manera insinuante. Al poco tiempo llegó el recibo telefónico y a los padres casi les da un infarto al ver el monto de lo que tendrían que pagar. Rápidamente fueron a las oficinas de la empresa telefónica y discutieron acaloradamente con el gerente. Estaban indignados de que les cobraran recargos por este tipo de llamadas. El gerente permaneció sereno y les preguntó: "¿Tienen ustedes algún adolescente en casa?" Al responder afirmativamente, aquel hombre les explicó que mucha gente lo había visitado por la misma situación y la respuesta siempre había sido la misma: los jóvenes habían realizado las llamadas.</p>
<p> Los padres regresaron humillados a su casa y hablaron con su hijo. El joven negó los cargos de una manera de lo más teatral: derramó lágrimas y se ofendió por dichas "calumnias". Fue tal el espectáculo que montó para engañar a sus propios padres que estos terminaron por creerle. Pensaron que alguien más había entrado a la casa para cometer tan vulgar acción. El muchacho había quedado absuelto. El misterio de las llamadas telefónicas nunca se aclaró. Días después, Marcos conversó con uno de sus amigos sobre el asunto y con una mirada desvergonzada le dijo: "Fui yo".</p>
<p>Aparentemente, Marcos había logrado una gran victoria y se había librado de un grave problema ante sus padres. ¿Pero quién crees que fue el más perjudicado? ¿Qué aprendizaje obtuvo este chico al descubrir que mintiendo podía evitar dificultades y seguir con algunas prácticas bochornosas en su vida? Y todavía más, si eres capaz de mentirle a tus propios padres, ¿quién podrá refrenar tu lengua mentirosa? ¿Quién podrá librarse de tus mentiras?</p>
<p>¡No hay necesidad de mentir! Este vicio no ha de ser parte de tu vida. ¡Recházalo de manera contundente! Es mejor reconocer los errores personales y tratar de superarlos a ocultarlos y vivir bajo la sombra del engaño. Por eso Elena de White declara: "Mejor es morir que pecar, mejor es necesitar que defraudar, mejor es pasar por hambre que mentir" (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 485).</p>
<p>La mentira nunca te conducirá a una genuina felicidad. La Biblia nos recuerda: "El que guiña el ojo acarrea tristeza; el necio de labios será castigado" (Proverbios 10:10). Frustración, angustia, escarnio. Eso es lo que espera a los que mienten.</p>
<p>Hoy te invito a no mentir a tus padres y a honrarlos a través de tu vida. Si has cometido errores, ellos sabrán perdonarte.</p>