Aprovecha las oportunidades
2020-05-02
"El perezoso va por una senda espinosa; el hombre recto camina como en una calzada" (Proverbios 15:19).
<p>La desgracia tambíen toca la puerta de los siervos de Dios. Y en esta ocasión fue el turno de un profeta, quien dejó en el desamparo a una mujer y dos hijos (2 Reyes 2). Sin embargo, la situación se agravó cuando aparecieron los acreedores, a quienes no importó el duelo de la familia, y no tuvieron ninguna consideración en cobrar las deudas del difunto a la mujer. Al ver la precaria situación de la viuda, amenazaron con tomar a los niños como esclavos.</p>
<p>La viuda se sumió en una profunda tristeza. ¡No sabía qué hacer! Entonces, decidió visitar al profeta Eliseo, conocido porque había obrado algunos milagros. El siervo de Dios escuchó el clamor de la mujer. Es posible que la viuda haya pensado: "Me han contado que Eliseo ha realizado verdaderos prodigios, así que lo único que tiene que hacer por mí es orar para que repentinamente aparezca dinero en algún baúl y yo solucione mis problemas". Ella lo miraba expectante. Entonces, el profeta volvió su rostro hacia ella y le preguntó:</p>
<p> -¿Qué tienes en tu casa?</p>
<p> -Únicamente un poco de aceite en una vasija -respondió ella.</p>
<p> -¿Has dicho que tienes aceite? -cuestionó Eliseo</p>
<p> -Sí, pero es muy poco -dijo la viuda</p>
<p> -Eso es suficiente para Dios. Escucha bien: vas a reunir la mayor cantidad de vasijas que puedas. Luego, junto con tus hijos, vas a rellenarlas todas con aceite. No olvides que hay que conseguir muchos recipientes.</p>
<p>La mujer obedeció a Eliseo y reunió muchas vasijas. Luego, de manera milagrosa, comenzó a llenar los recipientes con la vasija que tenía aceite, ¡y el líquido no se terminaba! Cuando no hubo más vasijas para rellenar, cesó de fluir aceite. Entonces el profeta indicó a la viuda lo que había de hacer: vender el aceite, pagar las deudas y vivir con el resto del dinero.</p>
<p>Aquella viuda no necesitaba la conmiseración del profeta. Tal vez eso era lo que ella deseaba. Eliseo le ofreció algo mejor: una oportunidad para trabajar y salir adelante. La viuda no necesitaba vivir de las migajas emocionales de los demás, tampoco tenía por qué sentirse una inútil. De la mano de Dios, ¡podía experimentar sus propios logros! Y así lo hizo.</p>
<p>Hoy es un día para pedirle a Dios oportunidades en vez de lamentar tus desgracias. Pídele que te enseñe a aprovechar lo que tienes; por insignificante que parezca, en las manos de Dios se puede convertir en el secreto de tu éxito.</p>