No juegues con fuego
2020-02-20
“¿Quién se echa fuego en el pecho sin que se queme su ropa? ¿Quién puede andar sobre brasas sin que se quemen sus pies?” (Proverbios 6:27,28)
<p>Apenas oscurece en el cielo de la metrópoli.Las calles comienzan a quedarse desiertas. Mientras tanto emergen las mujeres de la vida nocturna. Ahí están, con la mirada perdida, esperando que alguien solicite sus servicios. No saben con quién pasarán la noche. No entienden lo que significa el verdadero amor. Solo son vehículos a través de los cuales los hombres liberan sus pasiones instintivas. Al amanecer, regresan a sus casas con dinero en los bolsillos y la dignidad pisoteada. Para ellas, es difícil llevar una vida normal. La sociedad las rechaza y las ubica entre los sectores indeseables. Ocultan su frustación, soledad y depresióm con mucho maquillaje y sonrisas falsas durante la noche. Tal vez, un día junten suficiente dinero para abandonar el oficio, o probablemente un hombre se enamore de ellas y las saque de ese ambiente, o es posible que una mañana aparezcan muertas en manos de algún cliente depravado.</p>
<p>En cierta ocasión hablé con una joven que se dedicaba a la prostitución. No sé por qué pidió hablar con un ministro religioso, de modo que fui a verla, acompañado de un feligrés. Ahí estaba la chica. No dejaba de mirar al suelo y hablaba entre sollozos. Para ella, todo había comenzado teniendo relaciones sexuales con su novio.Nunca se imagnó que terminaría en manos de una banda de trata de blancas. Su vida cambió para siempre. Entonces, le pregunté: “¿Quieres seguir metida en ese ambiente?” Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas y me respondió negativamente. Poco a poco fui hablándole del perdón de Dios y de la forma en la que él cambia la vida. Ella escuchaba con atención pero había algo en su cabeza que obstaculizaba el mensaje: no creía que Dios pudiera perdonar a una mujer como ella. No obstante, traté de convencerla de la multiforme gracia de Dios y su profundo amor hacia ella. La chica no dejaba de llorar. Entonces, le obsequié una Biblia y la invité a asistir a la iglesia. Nunca la volví a ver.</p>
<p>Hay decisiones en la vida que acarrean graves consecuencias. A veces parece sencillo tener relaciones sexuales sisn pensar en las consecuencias, que pueden ir desde un embarazo no deseado, una enfermedad venérea o hasta casos extremos como el de la joven de la historia. Por eso es muy importante no jugar con fuego en la vida sexual y seguir el consejo divino.</p>