Cuidado con el fanatismo
2020-01-09
“No hagas planes malvados contra tu prójimo; es tu prójimo y vive confiando en ti” [Proverbios 3:29).
<p>Saulo de Tarso se había formado bajo una estricta disciplina hebrea. Para él, su religión era la única que podía conducirlo a la salvación. No soportaba que alguien cuestionara o atacara sus creencias, pues ante el menor alegato reaccionaba como una fiera en contra de sus detractores. Fue así como su carácter comenzó a adoptar un marcado orgullo religioso.</p>
<p>Pero un día surgió un grupo de personas que pretendía predicar un mensaje diferente. Se trataba de hombres y mujeres que se hacían llamar seguidores de un tal Jesús, un hombre que había sido crucificado alrededor del año 31 d.C. Al igual que la mayoría de los fariseos y escribas, Saulo despreciaba a los cristianos y los consideraba una cuadrilla de ignorantes, fanáticos y herejes del judaismo. No obstante, el desprecio de Saulo pronto se convirtió en odio. No toleraba observarlos en la sinagoga hablando a la gente del sacrificio de Jesucristo, ni soportaba verlos compartir sus posesiones materiales y mostrar un afecto fraternal contrastando con la egoísta sociedad. ¡Y mucho menos aceptaba que se atrevieran a predicar las grandes verdades del judaismo a los extranjeros!</p>
<p>En su corazón pronto empezó a crecer un odio fanático hacia los cristianos. Así que un buen día decidió que no permitiría a estos “herejes” seguir menoscabando el judaismo. Entonces, para complacencia de sus colegas, organizó un grupo paramilitar para perseguir y capturar cristianos. Así fue como se convirtió en todo un héroe para sacerdotes, fariseos y escribas; todo un ejemplo de la defensa de la fe hebrea y un paladín del judaismo.</p>
<p>No se sabe exactamente durante cuánto tiempo persiguió cristianos. Lo cierto es que destruyó muchas vidas, separó a muchos padres de sus hijos y torturó a muchos otros. Se gozaba en ver cómo sufrían los creyentes y exhalaban su último aliento. El odio se reflejaba en sus ojos y no vacilaba en golpear y herir a quienes él creía miembros de una “secta”. Ahora, en el nombre de Dios estaba acabando con personas cuyo único pecado era que tenían una perspectiva religiosa distinta de la suya.</p>
<p>La intolerancia religiosa es una peligrosa actitud que puede devenir en odio y, a su vez, en persecuciones y ataques a quienes piensan distinto. Eso es inaceptable. El propio Dios respeta las decisiones erróneas de sus hijos, los cuales darán cuenta de sus actos en el juicio final. El Señor ama a los pecadores, pero desaprueba sus acciones equivocadas.</p>
<p>No hagas planes para dañar a tu prójimo, ni siquiera bajo el pretexto de defender tu fe. Esa actitud no tiene la bendición de Dios.</p>